jueves, 4 de febrero de 2016

CÁDIZ, LA TACITA DE PLATA.

Cádiz, muy conocida por sus carnavales, con sus disfraces, sus chirigotas. Por eso estas fechas es un buen momento para visitarla. Pero esta entrada no va a tratar de su Carnaval, sino de sus queridos rincones.
Cádiz es una de las ciudades más antiguas de Europa. Fue fundada en el año 1100 A.C. por los Fenicios. En esa época era conocido como Gadir (por eso a la gente de Cádiz se les llama "gaditanos") y fue un punto estratégico para el comercio.
Los romanos también usaron la ciudad como base marítima y más tarde fue tomada por los musulmanes. La ciudad disfrutó de su edad de oro en los tiempos del comercio con las Américas en el siglo XVIII. Hoy en día Cádiz es una ciudad andaluza muy generosa, acogedora, una forma de ver la vida basada en la felicidad, la tranquilidad y en vivir el momento.
Cádiz es una ciudad con muchísimas torres, que se construyeron en tiempos del comercio para vigilar la entrada y salida de barcos de comercio. En esta época, la Torre de Tavira se convirtió en la torre oficial debido a su altura y posición. Hoy en día su puede subir, disfrutar de una presentación en la Cámara Obscura y de las mejores vistas de la ciudad.
Ubicado en la bonita y central Plaza de la Mina, el Museo de Cádiz es un buen sitio para aprender algo más sobre la historia de la provincia.
La playa La Caleta, ubicado entre los Castillos de San Sebastián  y Santa Catalina, ha inspirado a muchos poetas y músicos. Un sitio perfecto para disfrutar de la puesta de sol, y si es en compañía muchísimo mejor.
También hay que visitar la Plaza de Topete, aunque todo el mundo la conoce como la Plaza de las Flores. Rodeada por el bonito edificio de correos, por calles serpentinas del centro histórico y ubicado a unos pasos del Mercado central. Allí no puedes dejar de probar los riquísimos churros de La Guapa.
Cádiz tiene dos catedrales. La primera se quemó en el año 1596 y la moderna fue construida a lo largo de 116 años empezando en 1776. Esta última catedral fue diseñada por el mismo arquitecto que trabajó en la preciosa Catedral de Granada. Debido al lago período de construcción, usaron dos tipos de piedra distintos y se va claramente en la fachada. Tiene dos estilos de arquitectura distintos incluyendo el neoclásico y ciertos elementos barrocos.
Se me quedan en el tintero muchos lugares que ver, pero es que esta preciosa ciudad es lo que tiene, que hay que visitarla más de una vez, así que ya escribiré la segunda parte. 


jueves, 28 de enero de 2016

LISBOA: UN TESORO A LA VUELTA DE LA ESQUINA.

Lisboa es la capital y la ciudad más grande de Portugal. Está situada en la desembocadura del río Tajo, al oeste del país y es bañada por el Océano Atlántico.
Es una ciudad con encanto, con una atractiva mezcla entre la calidez hogareña que ofrecen sus habitantes y su incesante vida cultural.
Explorar sus viejos barrios como la Alfama, Belem o Baixa al ritmo de los míticos tranvías y al son del típico fado, no te dejarán indiferente.
La mejor época para viajar a Lisboa es de febrero a junio.
Los días recomendados para visitarla son 4 días (aunque también se puede realizar una visita rápida un fin de semana).
Se puede visitar la llamada Estufa Fría, situada en el Parque Eduardo VII, el cual son 3 gigantescos invernaderos: la estufa fría, donde las plantas están a temperatura ambiente protegidas únicamente por el tejado de madera y cristal; la estufa caliente, hogar de las plantas tropicales, y la estufa dulce, donde reinan las cactáceas con magníficos ejemplares de cactus, aloes o pitas.
La Baixa es el corazón de Lisboa, donde se concentra la mayor actividad comercial y donde transcurre el trasiego de la vida diaria entre sus calles y plazas principales. Es el centro de la ciudad, reconstruido casi en su totalidad tras el terremoto de 1755 siguiendo el esquema de cuadrícula diseñado por el Marqués de Pombal.
Por último os recomiendo visitar al iglesia de San Vicente de Fora, situada al este del barrio de la Alfama. Es uno de los monumentos más importantes de la ciudad. Sus orígenes son del siglo XII, su nombre es en honor a San Vicente, patrón de Lisboa.
En el exterior se puede observar su sobria y elegante fachada del estilo del Renacimiento. También llaman la atención las 2 espléndidas torres que contribuyen a dar al edificio su aire grandioso y monumental.
En el interior una pequeña galería nos lleva desde la iglesia al claustro, en dónde los azulejos narran distintos episodios de la historia de Portugal y otros representan con gracia algunas de las conocidas fábulas de La Fontain.
Por último sólo nombrar otros lugares que visitar y dejarse invadir por el ambiente de esta gran ciudad: el Panteón Nacional, también llamado iglesia de Santa Engracia; la iglesia y convento del Carmen; tomarse un helado en Santini; el elevador de Santa Justa; el Monumento a los descubrimientos; y el Oceanario de Lisboa.

martes, 12 de enero de 2016

LA CAPITAL DE LA ALTA ALSACIA.

Colmar se ubica en la confluencia de las valles del Munster y Rin, en un territorio de importante actividad económica. Tiene en la actualidad algo menos de cien mil habitantes.

Esta ciudad alsaciana parece salida de un cuento de navidad.

Es uno de los mayores centros turísticos del valle del Rin, se desarrolló básicamente desde el medievo como punto importante del negocio vinícola, y conserva un rico patrimonio, en el que aún se detecta el vigor económico que le dio protagonismo en el tramo final de la Edad Media y durante los tiempos del Renacimiento.

Las numerosas luces, los diferentes puestos de venta en la plaza, el aroma de canela y de vino caliente que flotan en el aire representan la magia en Colmar.

Conserva interesantes edificios, sobre todo en el plano de la edificación tradicional, así como un valioso museo en el que se exhibe la pintura más famosa de Grünewald, también bellas casas de entramados de madera y una arquitectura de la época gótica.

Es la urbe natal de F. A. Bartholdi, el autor de la estatua de la Libertad de Nueva York.
La época más atractiva para visitar Colmar es el verano, cuando toda la ciudad rebosa de rincones floridos.

Uno de los barrios más típicos de la población es el de la llamada Pequeña Venecia, donde se aúna la típica construcción alsaciana en un entorno de canales; en especial se recomienda la rue des Marchands, cercana a la colegiata de San Martín.

Y para terminar, nombrar tres hoteles por menos de setenta euros la noche y así dejarse perder en esta inolvidable ciudad, llena de rincones mágicos: Hotel Turenne, Hotel- Restaurante Les Maraichers y Hotel Kyriad Colmar Centre Gare.



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